miércoles, 5 de abril de 2017

BICICLETADAS: Volumen brutal

A mí no me ha gustado nunca el Heavy Metal, pero la única manera en que se me ocurre definir lo que vivimos el domingo es a través del título del segundo álbum de la banda de rock Barón Rojo.

¿Por qué Volumen Brutal? (lo nuestro, claro, lo del grupo de música, pregúntenles a ellos...) pues porque el número de participantes de la bicicletada superó, con creces, el esperado. Sólo desde el Zuloaga ya salíamos 50 personas a las 10:30 de la mañana (ya se sabe: que si profe tengo las ruedas flojas, que si se me ha salido la cadena, que si aquí está la autorización de mis padres para ir sola, que si ya es muy tarde porque no me quedan bicis de préstamo pero, espérate, qué suerte, que ésta de aquí parece que no la ha cogido el que decía que iba a venir...) En fin, la locura propia de todo acto biciclético multitudinario.
La bajada por Leñeros ya era espectacular y decía mucho de lo que iba a pasar...

Tras haber estudiado cómo podíamos adaptarnos a los cambios en el itinerario impuestos por una medio maratón que medio cortó nuestros planes (la frontera impenetrable de Santa Engracia dolió, dolió...), sobre las 11:30, tras haber recogido a los colegios Asunción Rincón, Jesús Maestro y Rufino Blanco (con algunos invitados del San Cristóbal) tuvimos que bajar, impepinablemente, a las grandes vías de circulación de Sagasta y similares para enganchar con Génova, por lo que pedaleamos mucho más tiempo del planeado -y deseado- por calzadas de varios carriles y elevado tráfico, pero la Séptima Chavalería de Michigan lo hizo de maravilla, todos en parejas, en nuestro carril, respetando el del bus, en fin... todo salió a pedir de pedal y a las 11:30 ya estábamos gloreando con los poemas y anécdotas de Gloria Fuertes, en el Centro Cultural de la Villa.





Un grupo de papis se quedó vigilando las bicis (¿de alrededor de cien personas? Fácilmente...) mientras el grueso del ejército de paz bajaba a encontrarse con una Gloria Fuertes desconocida por el público general (tan acostumbrados como nos tenía a sus poemas infantiles...)
También durante ese tiempo, dos de nosotros aprovechamos y nos fuimos de avanzadilla al Retiro, para inspeccionar el terreno y evitar más sorpresas inesperadas por el maratón mencionado.

A las 13:20 aproximadamente, familias y niños subieron de la exposición con su fichita rellenada (búsqueda de pistas, dibujos, etc.) y, en orden, volvimos a vernos las caras con el tráfico, esta vez el de la calle Serrano. 

No teníamos nada que temer pues Mazinger Z nos acompañaba

En todo momento respetamos el carril bus, para no entorpecer el transporte público

Accedimos al Retiro por la puerta del Ángel Caído y allí, a apenas unos metros, también nosotros nos caímos en una praderita que reunía las condiciones de solisombra, fuente y parque infantil que necesitábamos. Copamos todo ese espacio público y pronto hubo niños, tortillas de patata, bicis apoyadas en árboles y filetes empanados pululando, riendo y saltando por todos los rincones del lugar.






A las cuatro y cuarto, apaga y vámonos, o lo que es lo mismo: súbete y pedaleemos de nuevo al hogar dulce hogar. Menos mal que, con el partido del Real Madrid iniciado a esa hora, la mitad de la población planetaria estaba pegada a alguna pantalla y pudimos subir, desde Colón, por calles -esta vez sí, ay, qué bien- tranquilas, de un sólo carril y sentido de circulación hacia el Zuloaga (pues los otros coles decidieron quedarse más tiempo disfrutando en el Retiro).

A las 17:20 ya estábamos en el cole, cansados, satisfechos, alegres... Pensando... ¿a dónde iremos en la próxima bicicletada?




Muchas gracias a todos y todas por el entusiasmo, el buen pedalear y la armonía con que vivimos esta jornada de intensa y ordenada interacción biciludicocultural.
Walter.

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